Hola, soy Gloria, y quiero invitar a todas las mujeres que desean ser madres, y la vida les ha puesto obstáculos para lograrlo, a que no se rindan y luchen hasta el final. ¡Sí se puede!
Les cuento mi historia. Hace 6 años mi pareja y yo, recién casados entonces, iniciamos la búsqueda de nuestro primer “peque”, era nuestro sueño poder conformar una familia en ese momento. Al cabo de 2 meses de búsqueda quedé embarazada, ¡qué felicidad! Pero nuestra alegría duró muy poco cuando me detectaron un embarazo ectópico demasiado tarde y a través de una cirugía de urgencias y casi muriéndome, los médicos decidieron extirpar las dos trompas. ¡Si, las dos! Cuando supe que las habían quitado (dos días después de la cirugía) sentí que mi sueño de ser madre se había esfumado, aun no sé cómo explicar esa sensación. Todo estaba bien un minuto y al otro me invadía una enorme tristeza; sin embargo, di gracias por mi vida y porque aún podría ser madre a través de algún tratamiento de fertilidad.
Dos años después iniciamos nuestra primera FIV a través de la Seguridad Social, todo pintaba excelente, supuestamente no tenía ningún problema (excepto no tener trompas), mi útero estaba perfecto y mis ovarios en su punto más álgido de producción, sin embargo en la primera transferencia tuve un aborto bioquímico. Mi mundo… Nuestro mundo…. Se vino abajo. Seguimos intentándolo dos veces más (transferencias de congelados) y no hubo suerte, los peques no se quedaban con nosotros.
Después de agotar las posibilidades en la Seguridad Social decidimos ir a una clínica privada; todas mis ilusiones estaban puestas en ese tratamiento, pero me llevé la peor decepción de mi vida: mis óvulos no fecundaban, de 13 que sacaron ninguno se convirtió en nuestro “pedacito de cielo”. A partir de ese momento pensé en que quizás mi destino no era ser madre y después de llorar juntos, Juan Diego y yo decidimos no intentarlo más, y un tiempo después “barajamos” la posibilidad de la adopción, hasta que por casualidad conocí Clínicas EVA (había escuchado alguna cuña de radio y había leído algo en las redes sociales) y me lancé a preguntar por el precio de los tratamientos y concertar una primera visita. Aunque habíamos decidido no intentarlo más, dentro de mí sí quería someterme a los tratamientos que fueran necesarios hasta conseguir el anhelado embarazo, y sé que Juan Diego también, pero nos daba mucho miedo otro NO, de esos que tanto duelen.
Fuimos a la primera visita, él (mi pareja) muy escéptico –no quería otra decepción- y yo… La verdad es que estaba muy ilusionada de volverlo a intentar. La primera impresión fue fantástica, el médico y la enfermera: los mejores, los más humanos del mundo. Salimos de esa primera consulta muy ilusionados y con muchas ganas de empezar a recorrer el camino para llegar a nuestro Dieguito. He de confesar que no fue nada fácil, los pinchazos, el estrés, la ansiedad, y para colmo uno de mis ovarios no fabricaba óvulos, ya imaginaréis mi decepción; aun así Juan (el médico) y Ana (la enfermera) me animaban a ser optimista. Cabía la posibilidad de parar la FIV e iniciar otra en el siguiente ciclo, todo dependía de la calidad de los óvulos que fabricaba mi único ovario “bueno”. ¡Y sí, continuamos con ese tratamiento!, en la punción sacamos 6 ovocitos, 5 de ellos maduros de los cuales fecundaron 4; y después de valorarlo (médico y bióloga), y teniendo en cuenta mi historia, decidieron que transferirían 3, yo estaba feliz y ansiosa, sabía que las dos semanas posteriores serían “criminales”, la espera fue agónica, solo pensaba en el momento en que me dijeran que sí, que estaba embarazada. Y el 16 de octubre fue ese día, de nuestros 3 campeones se quedó uno con nosotros: ¡nuestro Diego! La felicidad fue absoluta, lloraba, reía, saltaba, llamaba a toda mi familia… es indescriptible lo que sentíamos en ese momento Juan Diego y yo. Nuestro sueño estaba a un paso de ser una realidad.
El embarazo fue precioso, cada instante lo vivimos con mucha felicidad y amor. Ver y sentir cómo crecía nuestro príncipe no tiene precio. Hoy tiene ya 20 días y está precioso, somos la familia que siempre soñamos.
Sólo quiero dar las gracias a Eva Murcia por el gran trabajo, por el trato tan humano (que no recibí en ningún otro sitio) y por esas ganas de ayudarnos a cumplir nuestro sueño. Nunca olvidaré ese “Esta vez te vas a quedar embarazada” de Juan, y así fue, viví mi embarazo y hoy disfruto de mi maternidad.
Si tuviera que pasar nuevamente por todo lo que pasé para llegar hasta mi Dieguito lo haría sin pensarlo dos veces. Todas las lágrimas no fueron nada frente a todas las sonrisas que llevo desde el 16 de octubre de 2014.