Problemas de tiroides y fertilidad

Los problemas de tiroides pueden afectar a la fertilidad femenina. Te contamos de qué manera y las recomendaciones a tener en cuenta.

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tiroides

La tiroides es una pequeña glándula en forma de mariposa que se encuentra en la parte delantera del cuello. Juega un papel muy importante, pues la función de la tiroideas es regular el metabolismo, segrega hormonas al exterior que además también se encargan de medir la respuesta del cuerpo. Por este motivo, las alteraciones tiroideas pueden afectar a la fertilidad de la mujer y ponerle trabas a la hora de buscar el embarazo.

¿Cómo afectan los problemas de tiroides a la fertilidad?

La dificultad para quedarse embarazada puede originarse por distintas causas. Cuando una pareja se encuentra con problemas para concebir, una de las pruebas que es recomendable realizar es un análisis tiroideo.

Cuando la glándula tiroides no produce suficiente hormona tiroxina, todo el metabolismo se altera, también el metabolismo de las hormonas sexuales y de las proteínas que las transportan. Como consecuencia las hormonas que regulan  la ovulación  (LH y FSH) pueden perder sus ritmos de secreción y en algunos casos puede ocurrir un fallo en la ovulación. Las alteraciones más frecuentes del ciclo menstrual son los retrasos o un sangrado abundante.

Recomendaciones

Una de las recomendaciones cuando la mujer tiene dificultades para concebir a causa de un problema de fertilidad es la ingesta de yodo. Niveles de yodo demasiado bajos en la dieta pueden provocar que la glándula tiroides presente baja actividad, es decir, hipotiroidismo, lo que se traduciría en cansancio, depresión dolor muscular, pérdida de memoria e intolerancia al frío, entre otros síntomas. Si nuestro organismo no cuenta con los niveles adecuados de yodo, es muy probable que la mujer no quede embarazada porque el cuerpo detecta que no está preparado para sobrellevar un embarazo.

Para evitar que esto suceda es importante ingerir las cantidades recomendadas de yodo, el cual se encuentra en alimentos como el pescado y mariscos, el pan, el queso, la leche de vaca, los huevos y los yogures.

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