Aunque a menudo se utilizan indistintamente, infertilidad y esterilidad son dos conceptos totalmente diferentes, como lo son las causas y los tratamientos. Por esterilidad entendemos la imposibilidad de concebir, mientras que por infertilidad se entiende que no se logra llevar a término el embarazo o que el bebé no logra sobrevivir a las primeras horas. Existe un problema de esterilidad cuando, tras un año manteniendo relaciones sexuales sin protección, no se consigue el embarazo. Este periodo de tiempo se reduce a seis meses si la mujer tiene más de 35 años, ya que, a esa edad, la posibilidad mensual de quedarse embarazada es de un 10 %.
Actualmente y gracias a la reproducción asistida, la mayoría de problemas de infertilidad y esterilidad tienen solución
Aproximadamente un 16% de las parejas sufren algún problema de infertilidad y esterilidad. En un 40% de los casos, las causas se deben al hombre (problemas en el semen, obstrucción de conductos seminales…), un 40% a la mujer (problemas de ovulación o baja reserva ovárica son indicadores de esterilidad, a los que se unen los problemas en las trompas, entre otros, si hablamos de infertilidad) y un 20% a causas de origen desconocido (estrés, ritmo de vida…).
Existen dos tipos de infertilidad y esterilidad: primaria y secundaria. Si se sufre de esterilidad primaria, no se ha logrado ninguna gestación, mientras que, en la secundaria, el problema aparece después de un embarazo sano. En el caso de la infertilidad, la primaria se relaciona cuando no se ha conseguido que ningún embarazo haya llegado a término, y la secundaria se da cuando, tras una gestación normal, se producen uno o más abortos. En cualquier caso, para conocer con certeza la raíz del problema, es necesario recurrir a una serie de pruebas diagnósticas, que, mediante una serie de exploraciones y análisis, evaluarán las causas del trastorno y se podrá realizar un diagnóstico personalizado.