Sin duda, la infertilidad es una de las situaciones más dolorosas a nivel emocional a la que puede enfrentarse una pareja. Incertidumbre, miedo, desesperanza y una profunda tristeza pueden ser el comienzo de una espiral hacia abajo en la que es fácil caer.
Mi nombre es Marian Cisterna, tengo treinta y nueve años y esta es mi historia:
Hace cuatro años, mi marido y yo decidimos ir en busca de nuestro bebé pero al cabo de unos meses y tras hacernos algunas pruebas porque nuestro pequeño no se decidía a llegar a nuestras vidas, nos comunicaron que deberíamos someternos a un tratamiento de fertilidad. Nos remitieron directamente a una ICSI.
Tras largas esperas de consultas, pruebas y resultados, finalmente llegó la fecha en la que íbamos a comenzar el tratamiento, pero un día antes de aquello tuve que ir a recoger unos resultados a neurología.
La cosa iba a complicarse aún más, ya que me diagnosticaron Esclerosis Múltiple.
Hubo que paralizar todo el proceso y comenzar una nueva aventura de consultas, pruebas y resultados, pero cuando evaluamos los riesgos y probabilidades, decidimos lanzarnos e intentar llevar a cabo el proyecto de ser padres.
Hubo un primer tratamiento, pero al haber hiperestimulación ovárica no pudimos llegar hasta el final. Un mes después tuve un brote por la enfermedad, una neuritis óptica, por lo que, de nuevo hubo que posponer el tratamiento de fertilidad.
Ya recuperada, volvimos a intentarlo. En esa ocasión todo parecía ir fenomenal y aunque finalmente me quedé embarazada, a los dos meses perdí el bebé. La beta ya anunció con una cifra bajita que no debíamos hacernos ilusiones… aunque eso es realmente difícil. Es tan complicado no dejarse caer como no hacerse ilusiones… en este proceso te das cuenta que siempre andas en una cuerda floja y que tan pronto estás construyendo castillos en el aire, como que todo aquello con lo que habías soñado lo sientes cada vez más lejos.
En nuestro caso, tuvimos que hacernos a la idea de que finalmente no seríamos padres ya que era importante que yo comenzara mi tratamiento de Interferon para intentar alejar en mayor medida los peligros de EM.
Interferon y embarazo, realmente no son muy buenos amigos… por lo que nuestro proyecto de ser padres tuvo que ser reemplazado para plantarle cara a la situación y enfrentarnos del mejor modo posible a esta nueva etapa.
Durante el transcurso de esta historia, me di cuenta que no podía dar nada por hecho y que todo en la vida puede dar un giro repentino y cambiarte las cartas con las que estabas jugando.
Hubo momentos muy duros, en los que creí no encontrar la salida, pero también aprendí que siempre, en la vida, hay dos caminos claros que se abren frente a ti y que te ofrecen la posibilidad de elegir como quieres seguir avanzando: quedarte estancada o enfrentarte a todo y comenzar a saltar obstáculos.
Elegí la segunda opción y aunque al principio no es sencillo, vas cogiendo práctica en eso de intentar gestionar las emociones y sacar el mejor partido de todo lo que tienes por delante.
Elaboré un proyecto, quería tener algo que hacer mientras todo esto me estaba pasando… así que empecé a escribir mi deseo de ser madre cediéndole a un personaje inventado la mayor parte de mis experiencias en ese terreno.
Esas primeras líneas se convirtieron en un montón de capítulos y como no perdía nada por intentarlo, lo presenté a una editorial (ole yo… fue uno de esos días en los que me sentía con ánimo para comerme el mundo…).
Para mi sorpresa Mira Editores confió en el proyecto (tuvieron que jurarme varias veces que no se trataba de ninguna broma) y tras completar la novela, corregir, volver atrás, completar, corregir de nuevo, etc… El libro vio la luz:
Esta novela lleva a la venta desde el mes de Junio y ya son muchas las parejas que lo han leído y me han escrito para compartir conmigo que la visión optimista que destila, les ha ayudado a afrontar el camino de la infertilidad y los tratamientos que la ciencia dispone para nosotros. Sin dudarlo ni un segundo, os diré que este ha sido el mejor regalo que he podido obtener en toda esta aventura: que gracias a un proyecto paralelo que construí mientras vivía esta experiencia, haya conocido a tanta gente que está pasando por lo mismo y que, además, este libro haya podido servirles para sobrellevar algo mejor los momentos de bajón… y eso que soy una defensora a ultranza de los días tristes (tapadita en el sofá, con un arsenal de kleenex, un buen surtido de chuches o helados o patatas fritas… y una tarde de películas o series preferidas)… Los días tristes ¡Hay que pasarlos! Son necesarios, para enfrentarse a la realidad, para ver el problema cara a cara e incluso para plantarle cara y con la barbilla bien alta decirle “No vas a poder conmigo, mira como me levanto y puedo seguir hacia delante”)
Habrá momentos muy duros. Posiblemente ahora estés leyendo esto y ya los hayas pasado: reuniones familiares en los que la vida parece avanzar para todos excepto para ti, aniversarios que marcan cuanto tiempo llevas buscando tu bebé, largas esperas (y betaesperas), gente que no sabe nada y te pregunta “Bueno y tu… ¿Cuándo te animas a ser madre…? ¡Que se te va a pasar el arroz!” y para tus adentros piensas “Qué oportunidad más buena has tendido de callarte, querida… “ o mejor aún… cuando ya saben que estás metida en este lío y te aconsejan que “no te obsesiones”, que ellos conocen “a una que cuando dejó de pensarlo se quedó embarazada” y cosas de ese estilo que escuchamos sin cesar (ten en cuenta que por mucho que nos duela, normalmente la gente lo dice porque desean ayudar… y no saben muy bien que decirnos para quitarnos un poco de peso emocional… para nuestro entorno, todo esto, también es complicado)
Os deseo el mejor final a cada un@ de vosotr@s… Pensad que a día de hoy contamos con infinidad de profesionales trabajando a destajo para echar una mano a todas esas cigüeñas despistadas que debían habernos entregado un bebé a su debido tiempo. Y no es por consolarte, pero te aseguro que la mayoría de las pacientes lo consigue y la tasa de éxito es cada vez más alta.
Entretanto… No tires la toalla… sigue la lucha, que nada te desvíe de tu propósito (ni siquiera los odiosos días tristes)… porque lo más seguro es que dentro de un tiempo recuerdes todo esto que te cuento y puedas mirar a tu bebé y decirte a ti misma: “Todo mereció la pena”…
Te abrazo fuerte, recibe mi cariño para este viaje
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