¿Por qué el estrés afecta a la fertilidad?
En las últimas décadas, el estrés ha ido acaparando cada vez más la atención de expertos en varios ámbitos científicos, ya que se han ido observando sus múltiples efectos sobre nuestra salud física, y no sólo psíquica como pudiera parecer. La relación entre estrés y fertilidad aún no se conoce de forma exacta, pero a raíz de varios estudios se ha podido comprobar que una mujer que sufre estrés tarda más en quedarse embarazada, tanto de forma natural como mediante técnicas de reproducción asistida.
¿Por qué el estrés puede alterar nuestras funciones fisiológicas? El hipotálamo es una parte del cerebro que regula por un lado el sueño, el hambre, la sed, y otras funciones nerviosas, y por otro tiene una función endocrina que controla la secreción de hormonas mediante la hipófisis. En la imagen, unida al hipotálamo, vemos la hipófisis (o pituitaria), una glándula endocrina que regula la secreción de varias hormonas que pueden interferir entre sí; veamos las que nos interesan en relación con la fertilidad:
– Hormona Luteizante (LH): estimula la ovulación y la secreción de testosterona.
– Hormona Folículo-Estimulante(FSH): induce la maduración del folículo ovárico, y el desarrollo de los espermatozoides en el hombre.
– Hormona adenocorticotropa (ACTH): desencadena la respuesta al estrés.
Si un hombre está muy estresado, la producción de espermatozoides y el volumen de semen pueden verse afectados, y si se trata de una mujer, ocurrirá lo mismo con su ciclo reproductivo. Seguro que alguna vez habrás oído (o te habrá ocurrido, si eres mujer) que en un periodo de estrés la menstruación se ha alterado, retrasado o incluso anulado. No olvidemos que el estrés puede deberse tanto a un evento negativo como a uno positivo (¿A quién no le ha estresado enormemente irse a vivir con su pareja, mudarse a un lugar nuevo, o la preparación de una fiesta importante?). Debes saber que el estrés y la infertilidad se influyen uno al otro, pudiendo llegar a un círculo vicioso.
Dicho todo esto, ¿qué podemos hacer?
– «Cuanto menos lo pienses, más fácil es»: un antiquísimo consejo de madres y abuelas que ahora sabemos que tiene su base científica. Si quieres ser mamá o papá, eso no debe convertirse en el eje de tu vida diaria, porque como ahora sabes, te estresarás y eso te lo pondrá más difícil.
– Alimentación: además del sabido «come variado, de forma equilibrada e incluyendo suficientes frutas y vegetales», hay algunos alimentos y bebidas que debes evitar, como la cafeína, las bebidas energéticas, el alcohol por encima de un consumo muy moderado, los alimentos precocinados y el azúcar en exceso.
– Descansar. Ya lo sabemos pero nos cuesta seguirlo, y es fundamental: hay que dormir un mínimo de horas,esto depende un poco de cada organismo, pero 6 horas debería ser lo mínimo e intentar que el horario sea siempre el mismo.
– Ejercicio físico: si no te gusta ir al gimnasio, puedes salir a correr, en bici, practicar algún deporte de equipo o en pareja, o por supuesto caminar cada día media hora a paso ligero, que es un ejercicio muy beneficioso y al alcance de cualquiera.
– Música relajante: puede ayudarte mucho tenerla de fondo mientras trabajas en tu oficina, mientras haces las tareas de casa, o incluso al irte a dormir si te cuesta conciliar el sueño.
– Respiración: una serie de varias respiraciones profundas y lentas pueden reducir el nivel de tensión que estés sufriendo. Pruébalo en diversos momentos del día, notarás su efecto.
– Si sientes que a pesar de poner en práctica estos consejos tu estrés no disminuye, un profesional puede ayudarte, ya que quizá hay que trabajar más a fondo lo que te está alterando tanto. En el Colegio Oficial de Psicólogos encontrarás el directorio de todos los profesionales cualificados.
Bibliografía y referencias (imagen): www.agrega.educacion.es